Hemos recibido una crítica a Epitafio para un sueño desde las entrañas de la Isla de Cuba. El que la envía no quiso identificarse, tal vez para evitar represalias o simplemente porque no quiere que yo sepa de quien se trata. De cualquier manera cualquier crítica siempre será bien recibida, y quiero agradecerle infinitamente por ser uno más de quienes leyó la novela y por haberle dedicado tiempo tanto a leerla como a escribirme. Y como bien dice, son dos caras de un mismo conflicto. Esto sin duda enriquece mi obra.
Sinceramente… muchas gracias.
AQUÍ SE LAS DEJO:
Los extremos de un nudo
gordiano suelen ser testarudos y hacia cualquier dirección que tiren, siempre
aumentan la tensión, para aflojar la rigidez es obligatorio cortar la cuerda,
porque de mantenerse hacen no solo creciente, sino infinito el conflicto; este
es el caso, y solo me limitaré a dejar claro que la histeria colectiva es un
crimen de lesa convivencia, desde cualquier perspectiva que se analice, ya sea
desde los abominables actos de repudio en la Cuba de 1980 o desde los
carnavales improvisados de la Florida a finales de 2016.
El hilo conductor de Epitafio para un Sueño, desde el punto
de vista literario, está pensado con la exactitud de un mecanismo de relojería,
un narrador omnisciente que se desplaza de un extremo a otro del intervalo
temporal que constituyen 22 años y cinco
meses en una distancia que (espero) se acorte cada día más porque las
odiosas 90 millas (las mentales, no las espaciales) están condenadas a
convertirse en un símbolo caduco de odio, intolerancia, separación y muerte;
sea de quien sea la culpa.
Es una novela escrita
para cubanos, incluso con las discretas pinceladas expresivas que ningún
hispanohablante que no haya nacido en Cuba entendería como válidas, aunque
quizá no está planeada para que sea leída por todos los nacidos en la isla,
porque habrá quienes la lean bajo protesta, y esta es quizá la debilidad que se
percibe en su propósito comercial; se apoya en un hecho concreto que
literariamente es válido (ya en 1972 Frederick Forsyth empleó este recurso en
El Expediente ODESSA ), pero que en el caso que nos ocupa resulta sobrevaluado
porque la muerte de un adversario alegra solo cuando es producto de una acción
intencional, o cuando ocurre en un combate donde el occiso es obligado a
doblegar sus rodillas antes de morir, pero no constituye una victoria cuando es
el desenlace de una vida que ha llegado a su fecha de vencimiento, no creo que
el autor justifique la celebración de una derrota, pero sí pienso que maneja
magistralmente el despecho y la impotencia contenida por los personajes, es muy
ilustrativa la narración en este sentido.
Las tramas y las sub-tramas
están comprensivamente diseñadas y beben de la fuente de la cotidianidad cubana
aunque parezcan exageradas, esas maneras de comportarse de los personajes
existieron, existen y existirán en la vida real hasta que el conflicto termine,
probablemente ni el autor ni quien emite este criterio podamos asistir a ese
momento de verdadera felicidad, pero quien opina sí lo vislumbra con la lógica
que caracteriza a los seres humanos.
En sentido general es interesante leer EPITAFIO PARA UN SUEÑO porque nos reconcilia con esa heridas que parecen no cicatrizar, angustias que evidenciadas o no, siempre generarán más angustia y aunque probablemente algún día quien opina transite por avatares tan terribles como los que sin duda han vivido esos personajes, en la novela y en la vida real, o quizá alguna vez ya los vivió, pero con total seguridad tratará de no caer en el pozo de la “revictimización”, porque la resultante siempre terminará en un epitafio para matar los sueños, incluso cuando este se empeñe en promocionar lo contrario, y la muerte siempre es horrible, aunque se maquille, porque el antifaz que se le ponga estará barnizado con hiel y aun cuando sea una muerte deseada generará un insomnio que no consigue ser mitigado, porque no se produjo como se esperaba.
En sentido general es interesante leer EPITAFIO PARA UN SUEÑO porque nos reconcilia con esa heridas que parecen no cicatrizar, angustias que evidenciadas o no, siempre generarán más angustia y aunque probablemente algún día quien opina transite por avatares tan terribles como los que sin duda han vivido esos personajes, en la novela y en la vida real, o quizá alguna vez ya los vivió, pero con total seguridad tratará de no caer en el pozo de la “revictimización”, porque la resultante siempre terminará en un epitafio para matar los sueños, incluso cuando este se empeñe en promocionar lo contrario, y la muerte siempre es horrible, aunque se maquille, porque el antifaz que se le ponga estará barnizado con hiel y aun cuando sea una muerte deseada generará un insomnio que no consigue ser mitigado, porque no se produjo como se esperaba.
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